Historia de la gastronomía del hombre bíblico, desde el exilio de Abraham (1800 antes de nuestra era aprox.) hasta el siglo I.
jueves, 19 de agosto de 2010
Estudio de la gastronomía en la Biblia
La gastronomía es el estudio del arte de preparar bien los alimentos, hacerlos sabrosos, masticables y digeribles, en relación con el entorno del hombre, es decir, su geografía, historia, religión y otros condicionamientos.
Dentro del concierto de naciones y civilizaciones de la antigüedad, debemos reconocer que el pueblo hebreo – protagonista de las grandes epopeyas religiosas que relata la Biblia - sabía comer bien dentro de la sobriedad que le imponía la geografía, su accidentada historia así como – principalmente - su religión. Es más, nos atreveríamos a afirmar que la alimentación estuvo al origen mismo de su identidad, y la ciencia arqueológica lo prueba.
Puede parecer un tópico pero la prohibición de comer carne de cerdo fue una opción importante que formó el carácter y la filiación del pueblo hebreo.
Los arqueólogos que han excavado en las zonas habitadas por los israelitas en la época llamada Hierro I (1200-1000 antes de nuestra era), en las tierras altas al oeste del Jordán, no han encontrado jamás huesos de cerdo. El Pueblo de Israel no sólo no cocinaba el cerdo y mucho menos lo consumía, sino tampoco lo criaba. En cambio, a pocos kilómetros de allí, los restos arqueológicos de filisteos, moabitas y amonitas prueban que estas comunidades la empleaba abundantemente.
Este hecho prueba que nos encontramos ante una identidad nacional y religiosa muy precisa de tal manera que la gastronomía y las costumbres dietéticas permitían a los adoradores de Yahveh no sólo identificarse mutuamente sino diferenciarse de los pueblos vecinos levantando verdaderas barreras étnicas.
Ahora bien, cuando intentamos hablar de la gastronomía bíblica nos topamos con un primer obstáculo: el polvo de los siglos.
Tradicionalmente se afirma que transcurrieron probablemente 2000 años entre el momento en que el primer autor bíblico consignó en una tableta de arcilla o en un papiro las primeras páginas del Pentateuco hasta cuando se redactó el último texto, probablemente en el año 90 de nuestra era. La comunidad científica actual – apoyada tanto en los últimos descubrimientos arqueológicos como en la exégesis bíblica -, tiende a probar lo contrario: así por el ejemplo el libro del Génesis no habría sido escrito sino en el siglo VII antes de nuestra era.
Por ello debemos hacer una precisión fundamental: la cronología incierta de la Biblia se debe principalmente al hecho que este conjunto de libros – alguien lo ha llamado “biblioteca” – no es una crónica, es decir, no tiene como objeto informarnos sobre la vida y la historia del pueblo de Israel, sino que intenta sobre todo anunciar el plan de salvación de Dios. Los anales del llamado “pueblo elegido” – es decir, los episodios históricos acaecidos en el lapso de 2000 años - son un elemento accesorio; lo que los aproximadamente 40 escritores bíblicos quisieron dejar testimonio fue que en el seno de esta nación, con su pequeña historia – pequeña si la comparamos con la de sus poderosos y fastuosos vecinos egipcios, sirios y asirios -, con todas sus grandezas y debilidades, sus virtudes y pecados y su devenir agitado, se instaló la Palabra de Dios. Es por eso que la ciencia actual no puede sino demostrar la inexactitud de la mayor parte de los supuestos sucesos históricos del Antiguo Testamento, muchas de las cuales son verdaderas “creaciones literarias” del autor bíblico.
La arqueología que excava en los monumentos de la antigua Palestina así como en los restos de las civilizaciones vecinas, intenta hoy aclarar los hechos e investigar las intenciones; el resultado es que con sus resultados, sin pretenderlo, logra purificar el mensaje de la Biblia.
Este libro quiere pues sumergir al lector no sólo en el ambiente de un pueblo que se inventó a sí mismo y al que la gastronomía no sólo lo ayudó a conservar su identidad como nación sino que, a lo largo de veinte siglos, lo sostuvo e identificó durante los cambios, guerras, invasiones y deportaciones sin que jamás – al menos los hombres de fe - perdieran de mira la Palabra de Yahveh. Para los creyentes, la Revelación siguió actuando no sólo en las convulsiones de la Historia sino en la vida cotidiana de cada individuo.
Es en este contexto que ofrecemos hoy la gastronomía bíblica cuyo estudio y exposición depende esencialmente de los textos sagrados, pero también de los documentos extra bíblicos que nos ofrecen no sólo la arqueología y la historia de las grandes civilizaciones vecinas del pueblo hebreo, sino ciencias auxiliares como la geografía, la antropología, la geología, la lingüística y hasta los programas espaciales.
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