miércoles, 1 de septiembre de 2010

La geografía de Palestina



El hombre que participó a la historia bíblica vivió allí, en una zona que va desde las costas al este del Mar Mediterráneo hasta los desiertos de Arabia.
Al quien llega a Palestina desde el mar se le ofrece la maravillosa visión de las estribaciones montañosas de Judea que se alzan abruptamente hasta alcanzar hasta 1000 metros de altura para luego, por el lado opuesto, caer en picada hacia el valle del Jordán.
Desde el punto de vista geográfico se trata de un corredor insignificante, con un ecosistema muy variado: al norte se encontraba un valle fértil, fresco, con el agua del río que corría y fecundaba las viñas y las plantaciones de olivos; el sur en cambio estaba rodeado por colinas erosionadas por los vientos y se extendía por tierras calcáreas al abierto con una vegetación escasa. Estratégicamente sin embargo la importancia de este territorio era único, vital para Oriente Medio, ya que se encontraba en el cruce de varias de las más antiguas e importantes culturas del mundo antiguo.
Palestina se encontraba en medio de lo que se llamaba “la media luna fértil” es decir la zona que iba desde el Golfo Pérsico hasta el Alto Egipto, pasando por Mesopotamia, Siria y Palestina. Existían pequeños valles sonrientes y umbrosos, regados por los ríos y receptores de abundantes lluvias invernales. Es aquí donde se instalaron los hebreos, un pueblo que prefería incursionar en los desiertos circundantes de aire caliente que aventurarse en las aguas del Mediterráneo. El mar era una extensión que se abría ancha y desconocida, que los hebreos admiraban de lejos y que abandonaban al dominio casi exclusivo de sus vecinos, los soberbios y exquisitos fenicios.
Esta franja de tierra poblada por el hombre bíblico se extendía, pues, por apenas 230 kilómetros, entre el mar y el Jordán.
La zona carecía de agua, a no ser que se contara con las lluvias de invierno que caían de fines de septiembre a fines de marzo – indispensable para la agricultura - , y con el rocío que humedecía las regiones costeras. La tierra calcárea absorbía las lluvias que formaban enormes ríos subterráneos que el hombre bíblico aprovechaba cavando profundos pozos. Con cierta regularidad los hebreos sufrieron un fenómeno que podía revelarse peligrosísimo: los contornos del valle del Jordán eran constantemente modificados por la lluvia y la erosión de tal manera que el lecho del río podía recibir verdaderas trombas de agua de los torrentes pluviales que lo inundaban todo en pocos minutos.
El suelo pedregoso hacía el cultivo difícil y en ciertas zonas completamente imposible.
El desierto vecino – un mar oro, rosa y violeta según las horas del día - estaba cubierto de arena, de sal y de sílex.
Como es lógico pensar la vegetación estaba condicionada por la costa, la montaña, el desierto o los valles; pese a que el país era pequeño, los cambios de temperatura entre una zona y otra podían ser notables.
Bien pronto el hombre bíblico se percató que se encontraban también plantas comestibles típicas de las regiones desérticas capaces de hacer reservas de agua en su tronco o en el follaje.
La pesca se hacía sobre todo en el Mar de Galilea (llamado también Lago de Genesaret), jamás en el mar; como ya hemos dicho el Mediterráneo era monopolio de los pueblos costeños, sobre todo fenicios. Salvo quizá un corto período durante el reinado de Salomón, los hebreos no intentaron jamás viajar por el mar o hacer comercio con los pueblos vecinos. De hecho los comerciantes de pescados de mar vendidos en Palestina eran no eran mercaderes hebreos.
En cuando a la fauna, abundaban los osos sirios, zorros y chacales, leopardos y leones, gacelas y ciervos así como el lobo, y en la remota antigüedad también hipopótamos y cocodrilos.
Las bestias de carga eran el asno, la mula y los camellos, a partir del primer milenio.
Sólo los ricos podían permitirse tener un caballo; Salomón fue el primero que fundó acaballadas de raza de Cilicia (turcos); durante el reino de David los corceles eran importados generalmente de Arabia.
Para terminar, el ganado doméstico – accesible a casi todos - estaba compuesto por ovejas, cabras y carneros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario