Historia de la gastronomía del hombre bíblico, desde el exilio de Abraham (1800 antes de nuestra era aprox.) hasta el siglo I.
viernes, 1 de octubre de 2010
La influencia de las grandes civilizaciones en la gastronomía bíblica: EGIPTO
Akehnaton, fundador del henoteísmo en Egipto, aquí representado en una tumba de El-Amarna, conduciendo el coche real bajo los rayos de el Sol-Atón
El antiguo Egipto contribuyó directa o indirectamente a la creación y desarrollo de la cocina hebrea, tanto en sus productos como en las técnicas culinarias. Así a una cierta técnica de preparación de las carnes, se unió la utilización de la leche o la difusión de verduras y frutas esenciales en la gastronomía de Palestina, como la lechuga y los pepinos.
Fue un largo proceso que comenzó con la cautividad del pueblo hebreo y culminó con el desarrollo de lo que podría ser llamada teología de la separación, es decir, el pueblo hebreo se cierra a otros pueblos, se reconoce compacto, pasando de una exogamia natural a una endogamia social y religiosa. Su repercusión sobre la cocina fue definitiva, definiéndola desde entonces como parte de la identidad del pueblo de Israel.
Muchos estudiosos, sin embargo, se plantean actualmente si el libro del Éxodo, relata una página de la historia del pueblo hebreo que pueda verificarse científicamente.
Estela de Merneptah (Museo del Cairo), llamada también "Estela de Israel"
En el Museo del Cairo se conserva el único testimonio arqueológico que hace mención de Israel en todos los documentos y restos arqueológicos egipcios. Se trata de una estela de granito “de segunda mano”, es decir ya utilizada por el Rey Amenhotep III (1390 – 1352 circa, antes de nuestra era) y grabada en el reverso poco menos de dos siglos más tarde por el Rey Merneptah (1213-1203), hijo de Ramsés II y de la Reina Isis-Neferet. En esta estela se hace mención de Isrir (=Israel) como uno de los pueblos vencidos por el faraón en tierras de Canaan.
Algunos autores creen ver en Merneptah y no en Ramsés II al faraón del Exodo, otros se han inclinado por ver en el relato del Exodo una historia épica, literaria, porque es increíble que en toda la milenaria historia de Egipto sólo una vez se haga mención de un pueblo llamado Israel establecido en Canaan.
Cabe pues preguntarnos si el pueblo hebreo fue realmente esclavizado por los egipcios y cuál era su condición de vida.
El que los egipcios utilizaran extranjeros o pueblos vencidos como esclavos es de sobra conocido, pero hay que hacer frente a una « leyenda negra » creada por los historiadores griegos y romanos que afirmaban, por ejemplo, que las pirámides fueron construidas por centenares de millares de esclavos maltratados y muertos de hambre.
La arqueología ha probado que los trabajadores empleados en la construcción no sólo eran bien alimentados sino que se les podía en muchos casos considerar privilegiados comparándolos con el régimen alimenticio del resto de la población egipcia. En los supuestos campamentos o ciudadelas de « esclavos » se han encontrado restos de pescado, de cáscaras de huevos, de huesos de vacuno y ovino. Y el examen de los restos humanos prueban sin lugar a duda su excelente alimentación e inclusive las mismas curas médicas que podían disfrutar ya no el pueblo llano sino los mismos nobles egipcios. En efecto, si querían un buen trabajo debían contar con trabajadores sanos, fuertes y contentos; los restos humanos de mujeres y niños encontrados en las cercanías de estas ciudadelas, prueban que los trabajadores vivían en familia.
Si en Egipto existieron tribus o trabajadores hebreos en la construcción, bien pudieron vivir en familia y ser bien alimentados. Incluso pudieron quizá obtener puestos de dirección y tener cierta influencia en la vida del Reino, como sucedía corrientemente. La integración de los extranjeros podía llegar muy lejos.
Basándose en esta idea quienes son fieles a la tradicional creencia del Exodo, han logrado elaborar una tesis interesante que merece mayor estudio e interpretación.
Entre los años 1355 y 1353 antes de nuestra era, Amenhotep IV sucedió en el trono de Egipto a su padre el Rey Amenhotep III, octavo faraón de la XVIII dinastía.
Siendo aún Príncipe Heredero, Amenhotep había visto cómo su padre estimulaba en Egipto el culto al dios Rê-Horakhty, el dios halcón coronado con el disco solar, cosa que otro de sus predecesores, Tutmosis III, había ya reactivado.
En el año V de su reino, Amenhotep IV, consumó la renovación del culto con una revolución que lo llevó a proclamar el culto único y exclusivo a Atón . El Rey, que había tomado el nombre de Akhenaton (que significaba Resplandor de Atón o Útil a Atón), funda Akhetaton (Horizonte de Atón) como nueva capital de un reino teocrático.
Busto de Akehnaton (Museo de El Cairo) y cráneo descubierto en la tumba 55 (KV55) en 1907 por Edward AYRTON y Theodore DAVIS
Atón adquirió una nueva representación: el gran disco solar cuyos rayos terminaban en manos que ofrecían la llave de la vida ala humanidad.
Ahora bien, el culto a Atón no era monoteísta; lo que había hecho Akehnaton fue instaurar un henoteísmo, es decir, Atón era el mayor y el más poderoso de toda una serie de dioses.
¿Tuvo el pueblo hebreo – monoteísta y supuestamente asentado ya en Egipto- alguna influencia en las decisiones de Amenhotep IV?
Sigmund Freud, al contrario – en su obra “El hombre Moisés y la religión monoteísta” afirma que fueron los hebreos quienes tomaron conceptos del henoteísmo de Amenhotep-Akehnaton que enriquecieron el monoteísmo judaico, y no al revés.
Volviendo a nuestro tema, lo importante es reconocer que los egipcios mantuvieron contacto estrecho con el pueblo hebreo e influenciaron notablemente su gastronomía con el “descubrimiento” de ciertos productos y formas de cocina que marcaron indeleblemente la forma de vida de Israel.
Uno de los mayores aportes de los egipcios al pueblo hebreo fue sin duda la miel. Ampliamente conocida en el Delta del Nilo la miel podía durar mucho tiempo y, sobre todo, contenía calorías, antioxidantes y propiedades antisépticas; y en Egipto era, además, uno de los ingredientes para la confección del bálsamo utilizado por los egipcios para la momificación pero también una poderosa medicina para desinfectar las heridas y favorecer su cicatrización. Se utilizaba también para combatir la fiebre, curar las úlceras, forúnculos y llagas purulentas, así como en el tratamiento de cierto tipo de quemaduras, de las verrugas e infecciones de varios tipos; se utilizaba como un antibiótico natural y por lo demás era un digestivo muy efectivo, lo cual era de agradecer debido a una dieta carente de verduras y frutas. Con la miel pues, además de ser un alimento rico en calorías, los hebreos llevaban una farmacia ambulante.
Mucho más tarde Hipócrates afirmó que el consumo de la miel permitía llegar a una vida centenaria. De hecho, aunque los hebreos no lo sabían, la miel posee una gran cantidad de vitaminas que complementan las que el hombre necesita diariamente para conservarse en buena salud. Durante el reinado de Ramsés II la apicultura era común en el Alto Egipto.
La leche – especialmente la leche de vaca - era considerada en el Antiguo Egipto un regalo de Isis a los habitantes del Valle del Nilo. Los hebreos tomaron esta idea al definir la Tierra Prometida como un territorio rebosante de “leche y miel” (Éxodo 3:8).
El consumo de la leche era inmediato – hirviéndola ya que debido a las bacterias patógenas la leche se arruinaba rápidamente - o se utilizaba para hacer cuajada, que se servía también con uvas pasas y miel.
La leche de cabra y corderos se comenzó a utilizar desde el noveno mileno antes de nuestra Era, también en Siria, Palestina y Mesopotamia.
Se sabe que los hebreos modificaron una receta de un queso salado y agrio, antepasado del queso feta, que los egipcios fabricaban desde antiguo. Fue gracias al saber de los egipcios que el pueblo de Israel pudo dedicarse a la producción de quesos y otros productos lácteos.
La Carne. Una cosa es cierta, la carne de cerdo no era presentada como ofrenda a los dioses quizá porque una de las representaciones de Seth, el príncipe del Mal, era un cerdo negro devorando a la Luna, el astro donde su hermano Osiris había encontrado refugio.
La carne de vacuno estaba reservada a las clases privilegiadas.
Algunas diosas entre las más importantes del panteón egipcio llevaban una cabeza de vaca, así Hator, la diosa del amor y de la alegría, como también Akhet, cuya leche de “vida y estabilidad” alimentaba al faraón.
En las tumbas reales o de los altos personajes los artistas pintaron grandes piezas de vacuno entre las múltiples ofrendas a los dioses.
Si el Éxodo es un episodio histórico, sin duda alguna los hebreos viajaron con carne de vacuno como se conservaba en el antiguo Egipto: en salmuera, seca en sal o incluso confitada.
El pescado. Se consumía sobre todo el pescado del Nilo, en especial una especie que subía las aguas del río desde el Mediterráneo, el mújol, del que se aprovechaba no sólo la carne sino los huevos puestos a secar en su propia bolsa, a los que se llamaba botarga. Debido al clima, el pescado se ponía en conserva casi de inmediato en sal o en aceite: por lo general se cortaba el pescado en dos, se salaba abundantemente y luego se suspendía en una barra para dejar secar al sol a orillas del río.
Las carpas, anguilas, peces-gatos, las sabrosas perchas y otros eran pescados con redes o incluso al arpón.
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